SOÑAR
UM CRIMEN
ROSANA ACQUARONI
I
15 de octubre de
1982
Fernando, amigo:
No sé cómo empezar.
Para mí no es fácil escribir esta carta, pero no puedo seguir así.
Te estoy escribiendo
desde una fría habitación de hotel. Un hotel barato en una calle perdida, en un
pueblo gris. No sé desde cuando vivo aquí. ¡Hay tantas cosas que no entiendo…!
Desde mi ventana veo
jugar a unos niños en el parque que hay delante del hotel. Los niños corren
entre los árboles amarillos, se ríen, parecen contentos… Ahora está empezando a
llover. Es una lluvia de otoño, fría y triste. No sé qué día es hoy. No sé qué
hora es. No hay relojes para un hombre tan perdido como yo. Tú me conoces bien,
Fernando, eres mi mejor amigo. Créeme ahora: estoy en peligro. No salgo a la
calle; no veo nadie. Sólo hablo con el camarero del hotel. Él baja todos los
días al bar de la esquina y me compra cigarrillos. Estoy fumando demasiado…
Nadie sabe dónde estoy y tú no debes buscarme. No puedo volver, es imposible…
Estoy perdido en el negro bosque de mis sueños.
Los días son largos
y las noches más largas todavía. Casi no como. Quiero dormir, olvidar… ¡Poder
olvidar…! No quiero otra cosa. Pero no debo soñar, no… Todos mis sueños ocurren
después y es terrible, terrible…
Ahora, no sé… ¿estoy
escribiendo esta carta o sueño que escribo? No es fácil saberlo. Por eso
escribo mi diario, para comprobar que no estoy loco.
Los niños se han ido
del parque. Llueve, llueve mucho. Está lloviendo sobre los pájaros, en las
plazas y en los jardines. La noche llega como una pregunta, una pregunta
imposible de contestar.
Fernando, estoy
cansado, muy cansado, y no tengo tiempo. Sólo te pido una cosa: con esta carta
va un paquete. Dentro de él está mi último diario. Es para Laura. Por favor,
llévalo a su casa. Es muy importante. No puedo decirte más. Es mejor para
todos.
Hasta siempre
Carlos
Fernando
deja la carta encima de la mesa y pasea nervioso por la habitación. Va hacia la
cocina y prepara café. Es una tarde fría del mes de octubre. Es domingo y
Fernando hoy no trabaja en el hospital. Puede sentarse tranquilo a leer. Vuelve
a su habitación y pone música. Ese paquete es para Laura, la mujer de Carlos, y
él no debe abrirlo. Pero él quiere saber, debe saber más. Busca sus gafas, baja
un poco la música y se sienta. Ese diario es muy importante para él…
II
15
de octubre de 1982
Querida Laura:
Aquí tienes mi
último diario. Todo está aquí. No debemos vernos durante un tiempo. Debes esperar.
Yo no estoy bien.
Estoy muy lejos de Madrid: lejos de la ciudad, lejos del ruido de las calles,
lejos de la gente de las oficinas…, muy lejos de todo. Con este diario vas a
entender muchas cosas. Vas a saber por qué debo hacer todo esto…
Todavía te quiero.
Carlos
DIARIO
15
de agosto
¡Por fin empiezo mis
vacaciones! Ya estamos en Marbella Laura y yo, solos, como antes… ¡Parece un
sueño! Aquí todo va a ser diferente, seguro. Va a ser como empezar a vivir.
Demasiado trabajo. Demasiado tiempo en la oficina. Demasiados días fuera de
casa. Muchos viajes. Y tú, mi querida Laura, demasiado tiempo sola.
Ahora lo entiendo.
Hay cosas más importantes que el dinero. Sólo quiero vivir tranquilo, cerca de
Laura.
Sí, hay cosas más
importantes que el dinero.
Málaga
con su mar azul, sus aguas calientes y claras que rompen sobre la playa.
Marbella con sus calles estrechas, sus casas blancas, sus bares… ¡Parece
imposible! Aquí vamos a ser felices.
17
de agosto
Laura todavía está
en la playa y yo estoy ya en la habitación del hotel. Voy a prepararme una copa
y a leer un poco antes de comer. Hace mucho calor y no debo tomar más el sol.
No es bueno.
Todas las mañanas
vamos a la playa, a una playa pequeña pero muy bonita cerca del hotel. Allí no
hay mucha gente. Después comemos en un bar. Hay muchos allí mismo. ¡Cómo me
gusta la comida de aquí, sobre todo el pescado! Por las tardes vamos al centro
de Marbella. A veces volvemos muy pronto al hotel. Nos gusta mucho escuchar
música o leer un buen libro. Otros días cenamos fuera o paseamos por la playa.
Prefiero pasear por la playa de noche. Todo está más tranquilo.
Estas
vacaciones no quiero teléfonos. Voy a olvidarme de bancos, de números y de
oficinas. Dentro unos minutos voy a bajar a la playa para comer con Laura. Tengo
hambre.
19
de agosto
Soy un
hombre con suerte. No puede haber una mujer mejor que Laura. Esta noche quiero
llevarla a un sitio bonito. Conozco un buen restaurante en Puerto Banús. Le va
a gustar mucho, estoy seguro.
20
de agosto
Mañana
llega Fernando a Marbella. Viene en coche desde Madrid a pasar una semana con
nosotros. Fernando es un gran amigo y un hombre muy divertido. Siempre se está
riendo. Él sí sabe vivir… Creo que es el mejor amigo que tengo. También es un
buen médico. Recuerdo aquella larga enfermedad de Laura. ¡Casi dos meses en
aquel hospital…! Y yo fuera de España en un viaje de trabajo… Gracias a
Fernando… Bueno, pero no quiero recordar malos momentos. Laura lo quiere mucho.
Mañana por la noche vamos a cenar con él. Después hay una fiesta en la playa.
21
de agosto
No comprendo qué ha
pasado esta noche…
Fernando y yo
estábamos en un restaurante de Puerto Banús, pequeño pero muy bueno. Estábamos
esperando a Laura para cenar. El restaurante estaba lleno. En el bar, entre la
gante, había una mujer alta, muy rubia, con gafas de sol. Llevaba un vestido
muy raro, como de otro tiempo. Un vestido de los años sesenta, largo y muy
estrecho, de color gris y azul. La mujer me miraba todo el tiempo…
Ahora son las tres
de la mañana. Laura está dormida. Yo no puedo dormir. No puedo olvidar aquellas
gafas, aquel vestido, aquel pelo rubio… ese vestido me recuerda algo. Creo que
conozco a esta mujer pero no sé de dónde. Estoy nervioso y no sé por qué.
Voy a
bajar a la playa para pasear un poco.
22
de agosto
Hoy no voy a salir.
Prefiero quedarme en el hotel y dormir un poco. Estoy nervioso. No sé qué me
pasa. Ayer por la noche, en la playa, ¡qué raro…!, estaba esa mujer…
Estoy
muy cansado. No he podido dormir en toda la noche. Laura está enfadada. Dice
que casi no hablo con ella. No puede entender nada. Esta tarde va a ir con
Fernando al centro a ver unas tiendas.
24
de agosto
Hoy
vamos a pasar el día en Mijas. Es un pueblo blanco cerca de Marbella, a veinte
kilómetros de aquí. Yo no lo conozco, pero Fernando dice que es muy bonito.
Tiene la plaza de toros más pequeña de España. Todas sus casas son blancas y
sus calles muy estrechas. Me va a gustar.
25
de agosto
No lo entiendo.
Ayer, en Mijas, estaba aquella mujer. Es como un mal sueño. ¿Qué quiere de mí?
¿Me está buscando? ¿Por qué la veo siempre? Todo esto es muy raro. No sé quién
es, pero verla me pone muy nervioso.
Son
las cuatro de la mañana y no puedo dormir. Cierro los ojos y veo a esa mujer
entre sueños. Laura quiere llamar a Fernando. Dice que él puede darme algo para
dormir. A mí me parece demasiado tarde. Laura lo llama por teléfono a su
habitación. Pocos minutos después llega Fernando con unas pastillas. Es una
suerte tener un amigo médico tan cerca.
Fernando sonríe. Carlos, ¡cuánto
tiempo sin saber nada de ti! El café está frío y Fernando se prepara una copa.
La tarde se está acabando, y él está muy cansado, cansado de leer, cansado de
recordar.
27
de agosto
Hoy
parece que estoy mejor, más tranquilo. Con las pastillas de Fernando duermo muy
bien. Voy a bajar a la playa. Quiero ver el mar.
29
de agosto
No me
gusta. No me gusta todo esto. Veo a esa mujer del vestido azul y gris en todos
los sitios: en la playa, en el centro de Marbella, en las esquinas, en los
bares, dentro de las tiendas, cerca del hotel…Ella siempre está allí. Fernando
y Laura no saben nada. Ellos no la ven. Están tranquilos y no les quiero decir
nada. ¿Para qué?
31
de agosto
Las vacaciones pasan
muy rápido. Laura y Fernando quieren ir al cine esta noche. Hay un bonito cine
de verano en Torremolinos, a una hora de Marbella.
Yo prefiero quedarme
en el hotel. No me gusta la película y tengo mucho sueño.
Las cinco de la
mañana y Laura y Fernando no vuelven. Tengo sed, mucha sed, y las manos frías.
No puedo dormirme. Oigo ruidos muy raros. Cierro los ojos y veo a la mujer del
restaurante. Quiere decirme algo, lo sé. Creo que voy a tomar otra pastilla.
Tengo demasiado
calor. Voy a abrir la ventana. El mar parece un jardín de agua. Un jardín
negro, muerto, sin música…
Ahora, frío, tengo
frío. Mis ojos se cierran poco a poco. Es la pastilla.
¿Estoy soñando ya?
Veo paredes azules y escaleras que llevan al mar. Sí, estoy soñando, pero mis
ojos todavía están abiertos. No puede ser… En la pared, delante de mi cama,
como en una película veo…
Sí, sí, soy yo… Soy
yo a los diecisiete años… 1969. Voy con Beatriz en un coche rojo… Es el viejo
Seat de mi padre. Es su coche, estoy seguro… Mi padre no quiere dejarnos el
coche. Tengo sed. Un mar naranja con escaleras y dentro del mar veo…, veo
Beatriz, mi primera novia. Está a mi derecha, en el coche. Es de noche. Es el
verano de 1969. La noche del accidente. No puedo olvidar esa noche. Hace calor,
mucho calor… “Beatriz, estás muy guapa” – le digo - .Ella se ríe. Vamos a una
fiesta en casa de unos amigos. Mi padre no quiere dejarnos el coche pero
nosotros vamos a cogerlo. Esperar. “Debemos esperar, Beatriz.”
Relojes negros sobre
las aguas del mar… Tic Tac, Tic Tac… Tengo sed. Tic Tac… Abro los
ojos. ¿Dónde estoy?
“Ya
podemos salir. Mi padre duerme.” Subimos al coche. Es fácil. Tengo las llaves.
¡Qué divertido! Somos muy jóvenes… 1969. Beatriz pone un poco de música. Los
dos cantamos y reímos. Va a ser una fiesta muy divertida. “Bea, déjame, no
debes jugar así… Déjame, es peligroso…” Ella se ríe, se ríe… Aquella mujer, su
pelo rubio… Está con una niña pequeña en medio de la calle. No nos ve, vamos
muy rápido… Tic Tac, Tic Tac. Parar, parar ahora. La mujer está en el suelo, su
vestido azul y gris roto. Y la niña, ¿dónde está? No la veo. “Sigue Carlos,
sigue, no debemos parar… Tu padre… No debemos parar… La policía…” Seguimos.
Más, mucho más rápido…
1
de septiembre
No
puede ser. El sueño de esta noche… Ahora empiezo a entender. Aquella mujer del
restaurante es Carmen, Carmen Alba. Pero no, no puede ser, es imposible, Carmen
está muerta. ¿Y su hija, aquella niña pequeña…? Carmen está muerta desde 1969.
Lo sé muy bien. Todavía recuerdo aquel periódico: “Terrible accidente. Carmen
Alba, una mujer de veintinueve años, ha muerta atropellada por un coche. Su
hija de once años está en el hospital. La policía busca al culpable del
accidente.”
2
de septiembre
Ya he tomado el
desayuno, pero no quiero salir de la cama. Laura está en la playa con Fernando.
No ha querido esperarme. Estoy cansado, muy cansado. Alguien llama por
teléfono. No, no es un sueño. Tengo los ojos bien abiertos y estoy oyendo el
teléfono.
-Carlos Álvarez
Soto, por favor.
-Sí, soy yo. ¿Quién
habla?
-Lo espero a la una
en el café “El Cairo”.
Estoy escribiendo
desde el café “El Cairo”. Es la una de la tarde. Hace un bonito día de sol.
Mucha gente en la calle. Estoy esperando a Carmen, sí, Carmen Alba. Por fin voy
a saber quién es, qué quiere y por qué me busca.
Ya son las dos y
media y Carmen no viene. Pido otro café y cierro los ojos. Estoy cansado de
todo esto. Es demasiado para mí. Laura, mi pequeña Laura, lo siento. Te pido
perdón por dejarte sola. Eres tan buena… Estás todavía enfadada, ¿no es así? Ya
lo sé, no entiendes que está pasando. Ya está aquí el café. Alguien me llama y
yo abro los ojos. Es una mujer. Lleva gafas de sol y, sí, aquel vestido azul y
gris… Carmen está en la esquina, detrás de la plaza. No puede irse, debo hablar
con ella. Corro, corro entre los coches. Ella también corre. Casi no la veo.
Solo veo su pelo rubio entre la gente. Entra en un portal y la puerta cierra.
No puedo abrir, no tengo la llave. No sé donde estoy…
¿Es
esto también un sueño?
12
de septiembre
Hace
un día muy bonito. La mañana está muy clara. Laura va a ir al banco y yo debo
escribirle unas cartas. Escribo, escribo…, Laura me dice qué debo escribir.
“Carlos Álvarez Soto / Carlos Álvarez Soto / Carlos Álvarez Soto…”
13
de septiembre
Tomo muchas
pastillas. Estoy mucho peor. No sé quién soy. No sé dónde estoy. Fernando
quiere volver pronto a Madrid, este fin de semana. Tiene trabajo en el
hospital. Laura no está. Hoy también va al banco… no sé por qué. Me encuentro
tan solo…
Después
de mi último sueño, lo veo todo más claro. Carmen vive, sí, no estoy loco. Pero
¿por qué me busca? No, Carmen no está muerta. ¿O vive sólo en mis sueños? No
puede ser. Yo no estoy loco, no estoy loco… Debo hacer algo. Esto puede ser
peligroso. Vamos a irnos de aquí, a volver a Madrid… Pero yo debo esconderme
durante un tiempo. Después yo…
13
de octubre
Va a haber un
crimen, lo sé, pero no sé cuándo. Hay una mujer en peligro. Yo no sé dónde
estoy.
Estoy
soñando otra vez. Es medianoche. Yo voy en coche y no veo bien. Es una noche de
lluvia. Voy a encontrarme con alguien, pero no sé con quién. Dejo el coche
cerca de una pequeña plaza. Tengo la llave de una casa gris con las ventanas
grandes. Tengo la llave, la llave de la casa. Entro en el viejo portal. Subo
por la escalera hasta el tercer piso. Abro con la llave y entro en la casa. Hay
una mujer dentro. No me espera. Está en el cuarto de baño. Mis manos están
frías, muy frías, pero yo estoy tranquilo.la mujer está preparando un baño
caliente. No puedo ver sus ojos. Ya estoy detrás de ella. El agua corre por el
baño y yo oigo el ruido de la lluvia en la ventana. No puedo ver sus ojos. No
sé muy bien por qué busco a esa mujer. Ella no me oye entrar en el cuarto de
baño. Hay un vestido azul y gris encima de la silla. El agua corre. Mis manos
buscan el cuello caliente de la mujer, su cuello blanco, largo… Mis manos, mis
dos manos, buscan su cuello… Ella no puede hacer nada. Más, más, un poco más…
Tengo entre mis manos su cuello blanco. Está roto, está muerta… El agua
caliente corre por las habitaciones. Olvidar, ahora, por fin, puedo olvidar…
III
Fernando
pasea nervioso por la habitación. Tiene frío. Deja el diario encima de la mesa
y toma el teléfono para llamar Laura.
-Laura,
querida, soy Fernando.
-Hola,
Fernando. ¿Sabes algo nuevo?
-Sí.
He recibido una carta de Carlos y su diario. Ya podemos estar tranquilos,
querida. Tu marido está loco. Mis pastillas…
-Pero
¿Dónde está?
-No
lo sé. No lo dice. Tu marido no sabe si sueña o vive. Es terrible. Está fuera
del tiempo.
-He
esperado este momento durante años.
-Tienes
las cartas que escribió tu marido en Marbella ¿no? Mañana mismo debes ir al
banco y sacar todo el dinero. Espera, voy a buscar el diario. Quiero leerte su
último sueño. Es muy raro.
-No,
Fernando, por favor. No quiero saber nada más de él. Rómpelo. Bueno, Fernando,
mañana nos vemos. Ahora estoy muy cansada. Adiós, te quiero.
-Adiós, Laura. Hasta mañana. Yo
también te quiero.
IV
Laura
está muy contenta. Por fin ya puede vivir como quiere, con Fernando y con el
dinero de Carlos. ¡Cómo quiere a Fernando! Desde siempre… Ahora va a dormir,
pero antes quiere tomar un buen baño caliente. Mañana no va a ser un día fácil.
Tiene muchas cosas que hacer…
Entra
en el cuarto de baño y abre el agua caliente. Deja correr el agua y cierra la
ventana. Está lloviendo. Casi no hay gente en la calle.
Encima
de una silla están el viejo vestido gris y azul, la peluca rubia y las gafas.
Laura sonríe. Ahora, por fin, va a poder olvidar. Va a olvidar esa noche de
hace ya trece años, la noche en que murió su madre: “Una mujer muere
atropellada por un coche. Su hija de once años está en el hospital… La policía
busca al culpable del accidente…” Sí, ella también lo ha buscado, por todos los
pueblos y ciudades, hasta encontrarlo… Y luego…, dos años casada con él, dos
largos años sin pensar en otra cosa que en venganza. Pero ahora, por fin, ha
llegado el momento. Ahora Carlos está solo, loco, como muerto… “Carmen Alba y
su hija…” “atropellada…” “Carmen Alba, Carmen Alba…”, “atropellada…”
El
agua caliente hace mucho ruido. Por eso Laura no oye Carlos entrar en la casa
con su llave. Es una mujer con suerte. Ahora va a tener mucho dinero. El agua
caliente sigue abierta. Laura deja su ropa encima de la cama y vuelve al baño.
Es una mujer guapa. Tiene el cuello largo y muy blanco…, sí, muy blanco.
Llueve.
Está lloviendo sobre los pájaros, en las plazas y en los jardines. Es una
lluvia de otoño fría y triste. Ya es casi de noche y no hay nadie en las
ventanas. Nadie ve cómo muere Laura. El agua caliente corre ahora por las
habitaciones. Encima de la silla está el viejo vestido gris y azul.